PODGORNY, Irina

Por MUSEOVIRTUALBEGUI

Licenciada en Antropolog�a (1987) y se doctor� en Ciencias Naturales

Reconocida a nivel nacional e internacional, miembro corresponsal del instituto de Arqueología de la Academia China de Ciencias, Irina Podgorny recuerda en una entrevista a su juventud en Berazategui.

 

Cumplió 12 en Ranelagh, recién mudada desde Quilmes. Allí viviría los siguientes quince años de su vida, sus estudios universitarios y sus inicios laborales, con un proyecto que conciliaba la ciencia con la educación.

Esa vocación sigue tan vigente hoy como ayer: Desde 2009 dirige en la editorial Prohistoria de Rosario, la colección Historia de las Ciencias que "se nutre de los proyectos del equipo que dirijo", explica. Además de numerosos artículos, en 2012 lanzó Charlatanes. Crónicas de remedios incurables (Eterna Cadencia).

Irina pone de relieve su formación pública, laica y gratuita.

"Como en 1975 en Ranelagh no había escuelas secundarias públicas, mis padres y yo optamos por el Normal de Quilmes. De esta manera, yo continuaba la tradición familiar y ellos no traicionaban su compromiso con la educación del Estado".

Hoy, para quienes tienen otras opciones, parece un hecho político, lo mismo que seguir utilizando el transporte público. "Creo que los argentinos deberíamos preguntarnos por qué aquello que fue normal en nuestro País y sigue siéndolo en otras latitudes, hoy suena como un acto de compromiso social".

 

Los años universitarios

 

En 1990 decidió mudarse a la Ciudad de Buenos Aires, donde reside.

"Estudié antropología en la Facultad y Museo de Ciencias Naturales de La Plata, ingresando en 1981, durante la dictadura, cuando la carrera estaba cerrada en casi todos lados.

Tras una primaria y secundaria con excelentes calificaciones, desconfiaba de un plan de estudios plagado de biologías y despojado de todo contenido histórico o social. "Ya en democracia, me citó el secretario académico y me dijo que a esa altura no se podía saber qué me serviría en el futuro... Y, la verdad, tuvo razón pero por otros motivos: Me dediqué a la historia de la paleontología y esos cursos aparentemente inútiles se transformaron en una ventaja".

Su trayectoria es enorme, y difícil de reducir a unas pocas páginas.

"Como estudiante hice varios viajes de campo con arqueólogos de La Plata y Buenos Aires, a Jujuy, Santa Cruz, el interior bonaerense y Tierra del Fuego; pero llegué a la conclusión de que quería hacer otra cosa aunque no sabía muy bien qué. Cuando me faltaban cuatro materias, en 1986 empecé a dar clases de arqueología en el Museo Almirante Brown de la Secretaría de Cultura de Quilmes.

Un viaje pondría las cosas en su lugar:" En sep­tiembre de ese año y con mi inglés del Normal, fui al World Archaeological Congress en Inglaterra, donde descubrí a un grupo que se dedicaba a algo que llamaban "Arqueología y Educación", es decir, el estudio de cómo la gente concebía el pasado com­binado con diferentes actividades."

"Cuando volví, llena de ideas, me presenté en la entonces Dirección de Cultura de Berazategui con "Arqueología 0.1" un proyecto que unía los talleres con el análisis de la historia de los indios tal como se enseñaba en las escuelas".

"En 1985, el gobierno de la Provincia había refor­mado los programas, incorporando conceptos tales como diversidad cultural y un estado bastante cercano a la actualidad arqueológica de entonces. Yo quería ver eso en acción, en la vida cotidiana de una escuela cualquiera", explica Irina.

Tras recibirse, en julio de 1987, ganó una beca de investigación de la universidad platense. Antes, trabajos suyos habían sido publicados en Londres, Nueva Halifax (Canadá) y Venezuela. "Tenía 24 años, publicaciones en el exterior y un proyecto; armé mi plan de doctorado y busqué a los directores que me pudieran guiar. Uno de ellos me empujó hacia Alemania, hacia donde partí en febrero de 1994. Berlín cambió mi vida".

En 1995 volvió al País, para incorporarse a la carrera del investigador científico del CONICET, donde antes había sido becaria de perfeccionamiento y ahora reviste como "investigadora principal".

 

Trabajo local

 

En un Congreso realizado en Carúpano, Vene­zuela, en 1987, Irina presentó su trabajo Algunas ideas de discusión sobre las cuales articular un proyecto de recuperación del patrimonio arqueológico de Berazategui.

Se trataba del planteo "de los talleres y un diagnós­tico de la zona", rememora. Tras su publicación en Caracas, fue traducido al sueco y editado en una revista de los estudiantes de Góteborg.

Por otro lado, nuestra entrevistada realizó excavaciones en la zona de Hudson.

"En 1987, con los talleres de arqueología de Quilmes y Berazategui, buscamos un sitio para hacer un ejercicio didáctico y dimos con unas construcciones demolidas." Las excavaciones duraron pocas jornadas: "Un día llegamos y las obras de la Autopista habían arrasado con todo".

En el lugar, aparecieron tiestos de loza y vajilla, así como objetos de uso diario de las décadas de 1930 y 1940. "A partir de allí, los participantes del taller rastreaban los itinerarios de esas cosas, para dar, por ejemplo, con una fábrica de sifones de Quilmes cuya dirección aparecía en los fragmentos", detalla Irina:"Con esos pedazos hicimos una exposición en la Estación de Hudson".

El saldo de esa experiencia se tradujo en Arqueología de las Casas Largas de Berazategui, un póster presentado en el "V Congreso de Arqueología Argentina", reunido en Buenos Aires en 1988.

En Berazategui, además, se desempeñó en estable­cimientos educativos primarios, donde "dimos clases en las escuelas, observamos las lecciones de estudios sociales, entrevistamos a las maestras y a los chicos, y organizamos un taller en combinación con las maes­tras de cerámica, artes y títeres de la Dirección de Cultura". Los resultados de estos proyectos pueden leerse en su libro Arqueología de la Educación, una versión abreviada de su tesis de doctorado.

Irina Podgorny

Nació en Quilmes en 1963 y se mudó a Ranelagh en 1975, donde vivió hasta 1990. Está casada y tiene una hija de 9 años.

Obtuvo el título de Licenciada en Antropología (1987) y se doctoró en Ciencias Naturales (1994) con la tesis "Ar­queología y educación", que recibió la recomendación unánime de publicación por el jurado integrado por A. Rex González, José Panettieri y José A. Pérez Gollán.

Entre 1994 y 1995, hizo su post-doctorado en Berlín, con una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académi­co (DAAD).

Dio clases en la UBA, la Universidad Di Telia, Wofford College y la Universidad de París 7. Recibió el Premio Estímulo de la Fundación Bunge y Bom (2001), el Premio Houssay (2003) y varios subsidios nacionales y extranjeros.

Es investigadora principal del CONICET. Recientemente fue nombrada miembro corresponsal del Instituto de Arqueología Shangai de la Academia China de Ciencias Sociales.

 

Fuente: Be N°134, 23 de junio de 2013.Pagina 6

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